24.1.10

Libertad económica en Latinoamérica

Acaba de salir el -más o menos- respetado índice de Libertad Ecónomica Global 2010, realizado por el centro de investigaciones de la Fundación Heritage. Según esta organización conservadurista, gran parte del mundo ha podido efectuar progresos importantes en materia de desarrollo económico tras la crisis financiera mundial de los últimos años, en dirección de "libertad económica", entendida como la capacidad individual de ejercer control sobre sus labores y propiedades. Heritage clasifica a cada país según diferentes variables, en una escala de 100 (completamente libre) a 0. Este año el número de naciones evaluadas fueron 179.

Encabezando la lista está la región Asia-Pacífico, con Honk Kong, Singapor, Australia y Nueva Zelanda, con índices entre 89 y 82, que los clasifica como "mayormente libres". Después de Canadá y Estados Unidos, el único país latinoamericano que alcanzó esta categoría fue Chile, con 77.2 puntos.

La gran mayoría de países de la Latinoamérica continental se encuentran en la siguiente categoría, de "moderadamente libres". Ahí se encuentran, por ejemplo, México, en el lugar número 41, Colombia en el 58 y Guatemala en el 83. Cabe mencionar que México, si no fuera por su perpétua lucha con la corrupción, es posible que se hubiera acercado al posicionamiento de Chile.

Sl descenso en puntos y en posicionamientos implica menor libertad. Así, la siguiente categoría es "mayormente no-libre", en la que se colocan Nicaragua, Honduras, Suriname Brasil y Argentina. Aunque la coyuntura del estudio con los conflictos recientes entre la presidencia con su Banco Central explican la presencia de Argentina aquí, hay otro país que sorprende: Brasil, con 55.6 en el lugar número 113 del mundo.

Y es que Brazil, a pesar de contar con una economía mayor que el de México; de ser la quinta economía mundial, de hecho; y su emergencia como un líder regional e internacional, se extraña su clasificación tan baja. Tras revisar los índices más a fondo, se revela la causa: la burocracia. En comparación con México cuyo gasto de gobierno se estima en 22% del PIB, en Brasil es casi el doble. Por añadidura se entiende que el control estatal sobre la vida cotidiana es grande y resulta en mayores trámites, mayores esperas y mayores confusiones. Los riesgos de inflación, además, se compilan con controles sobre precios.

Regresando al índice global, afortunadamente sólo cuatro países latinoamericanos alcanzaron la última categoría de "reprimida": Bolivia, Ecuador, Guyana y Venezuela. No sin sorpresa se pueden ver en la lista la cercanía de lugares de los países del Alternativa Bolivariana. Venezuela, de hecho, con 37.1 puntos y en lugar número 174, está a sólo unos pasos de Cuba, en el lugar número 177. (Por si se preguntan quién ocupó el último lugar, ese fue Korea del Norte, con 1 punto total).

En general, el promedio de la región latinoamericana continental es de 59.7 puntos; dentro de la categoría de "mayormente no-libre". No obstante, si se excluye de este cálculo a los países miembros del ALBA, el resultado es un poco mejor: de 62.7 puntos, clasificado como "moderadamente libre".

22.1.10

Capacidad latinoamericana de reconstrucción

Finalmente empieza este blog.

El momento encaja con la desastrosa situación que viven los hermanos haitianos, a raiz del terremoto del pasado 12 de enero, 2010. Con 1.5 millones sin hogar y una escala de muertos que aumenta por miles cada día, se suma a esta realidad los esfuerzos para iniciar la reconstrucción del país. Todos los grandes jugadores del mundo como las Naciones Unidas y las Instituciones Financieras Internacionales, sin olvidar a gobiernos como el de Estados Unidos y de forma especial el de Brasil, están poniendo sus apuestas en programas diferentes, aún no-coordinados, para reconstruír a este país isleño. Los pronósticos van desde cinco hasta quince años para reestablecer la vida normal ahí. El problema principal que todos enfrentan, sin embargo, es la misma historia de Haití.

Siglos de intervenciones extranjeras, gobiernos corruptos y estrategias político-económicos fallidos se conjugan a la desesperación del momento actual para revelar un país esencialmente incapaz de reconstruirse. Es decir, el mundo levantará a Haití sin gran aporte de los mismos haitianos.

Es una situación que se ha visto antes en otras partes de Latinoamérica. Donde la representación de un país es ignorada en la toma de decisión y acción sobre su propio desarrollo.
Para no abundar demasiado sobre el caso particular de Haití (ya que los medios están al tanto para informar minuto a minuto), es conveniente girar este tema en otra dirección. La realidad y pronósticos para Haití dan una pauta oportuna para toda la región latinoamericana y caribeña. ¿En qué medida estamos los otros países capaces de enfrentar una situación similar?

El caso de Haití revela varios factores necesarios para imposibilitar acción propia en su propio destino como país:

- un gobierno debilitado (golpes de estado en 1991 y 2004; tampoco cuenta con un aparato de garantía electoral)

- incapacidad para aprovechar recursos naturales estratégicos (Haití cuenta con minas no-explotadas de cal, necesarias para elaborar cemento, algo de gran utilidad para reconstruir)

- una población con baja escolaridad o sin entrenamiento técnico (necesarias para reactivar la economía y política nacional en un contexto histórico, así como para la mera reconstrucción infraestructural)

En esta luz, ¿cuántos de los factores arriba mencionados se pueden aplicar a otros países en la región? Si no nos ponemos las pilas, Dios no quiera, pero si un desastre caera sobre otra zona en la región, tal vez estaremos viendo cómo el mundo decide por nosotros.